jueves, 2 de mayo de 2013

Primer pagina del libor de la vida

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Primera página del “Libro de la vida”, escrito por santa Teresa de Ávila.:
Capítulo 1
En que trata como comenzó el señor a despertar esta alma en su niñez a cosas virtuosas y la ayuda que conlleva tener padres virtuosos.
  1. El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena. Era mi padre aficionado a leer buenos libros y así los tenía de romance para que leyesen sus hijos. Esto, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años. Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud que abundaba. Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aún con los criados; era de gran verdad. Jamás nadie lo vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran manera.
  2. Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades. Grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía caso de ella, porque con morir de treinta y tres años, ya su traje era como de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento. Fueron grandes los trabajos que pasó el tiempo que vivió. Murió muy cristianamente.
  3. Eramos tres hermanas y nueve hermanos. Todos se parecieron a sus padres, por la bondad de Dios, en ser virtuosos, si no fui yo, aunque era la más querida de mi padre. Y antes que comenzase a ofender a Dios, parece tenía alguna razón; porque yo con lástima me acuerdo de las buenas inclinaciones que el Señor me había dado y cuán mal me supe aprovechar de ellas.
  4. Pues mis hermanos ninguna cosa me desayudaban a servir a Dios. Tenía uno casi mi edad, con quien me reunía a leer vida de Santos, que era el que yo más quería, aunque a todos tenía gran amor y ellos a mí. Como veía los martirios que por Dios las santas pasaban, me parecía que compraban muy barato el ir a gozar de Dios y deseaba yo mucho morir así, no por amor que yo entendiese tenerle, sino por gozar tan en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo, y juntábame con este mi hermano a tratar que medio habría para esto. Concertábamos irnos a tierra de moros, pidiendo por amor de Dios, para que allá nos descabezasen. Y me parecía que nos daba el Señor ánimo en tan tierna edad, si viéramos algún medio, sino que el tener padres nos parecía el mayor embarazo. Nos espantaba mucho el decir que pena y gloria era para siempre, en lo que leíamos. Nos sucedía estar muchos ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces:¡para siempre, siempre, siempre¡ En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez impreso el camino de la verdad.
  5. De que vi que era imposible ir adonde me matasen por Dios, pretendíamos ser ermitaños; y en una huerta que había en casa procurábamos, como podíamos hacer ermitas, poniendo piedrecillas que luego se nos caían, y así no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora me pone devoción ver cómo me daba Dios tan presto lo que yo perdí por mi culpa.










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